Josep Pamies, a sus 66 años, va a sentarse en el banquillo por hacer lo que él denomina una “dulce revolución”: cultivar cannabis y otras plantas medicinales para que cualquier ciudadano pueda beneficiarse de una sanidad alternativa. Irá a juicio, pero no piensa rendirse: asegura a Dinafem que no tiene miedo de entrar en prisión y que en poco más de un mes volverá a cultivar.
El cultivador leridano Josep Pamies lleva años trabajando en pos de la autosuficiencia humana en cuestiones de salud, dedicando su vida a cosechar plantas medicinales de todo tipo. Cree en la autosanación y en las terapias de bajo coste que, según dice, quedan ocultas por un sistema económico que apoya a las grandes farmacéuticas y a sus intereses privados.
Pamies quiere fomentar otro tipo de medicina, que ayudará a las personas “más humildes” a curarse sin invertir apenas dinero, que las educará para que puedan reconocer plantas de todo tipo, para que sepan usarlas, cultivarlas y conozcan sus aplicaciones. “Podemos ser autónomos”, asegura Pamies a Dinafem.
El catalán comenzó su particular lucha hace más de seis años, cuando se dio cuenta de que muchas empresas alertaban de los posibles peligros de ciertas plantas mientras creaban ellas mismas “los venenos con los que se fumigan los alimentos”. Fue ahí cuando se preocupó por combatir a la industria dominante y empezó a cultivar plantas medicinales sin preocuparse de si eran legales o no.
El inicio de su trabajo está especialmente marcado por el cultivo de la Stevia, “una planta extraordinaria” que, según el cultivador, puede mitigar o curar enfermedades como la diabetes, la ansiedad o la hipertensión. Sin embargo, es considerada tóxica aunque Pamiés afirma que no existe ningún estudio que lo demuestre. “¿Cómo puede ser que esté prohibida mientras el tabaco mata y es legal?”, se pregunta.
“La marihuana no es una droga”
Su trabajo con la marihuana comenzó hace cinco o seis años, cuando una persona muy cercana a él le dijo que se había medicado con cannabis para aliviar los efectos de la esclerosis múltiple. Conociendo ese testimonio, comenzó a cultivarla, y después de tantos años sabe perfectamente que “no es una droga, aunque quieran vendérnosla así”. Ve su prohibición como una simple estrategia de quienes tienen el poder y tratan de ocultar aquellos sectores donde “no hay negocio” para sus aliados tradicionales.
Desde entonces, cada año cultiva diez, veinte, treinta, cuarenta y hasta cincuenta plantas, dependiendo de las personas que las necesiten (que suelen ser cientos cada año, menores incluidos). Lo hace de forma pública, sin ocultarlo. Después, cuando cosecha, elabora la medicación: aceites y tinturas, maceraciones de marihuana con aceite de oliva, de almendra o de coco. Pero no vive de esa venta, sino de las plantas legales.
Los productos de cannabis terapéutico los regala a los pacientes, ya que, según dice, “con una simple mata puedes tener producto suficiente para 100 o 200 personas”. Incluso ha aprendido a elaborar dosis muy pequeñas pensadas para bebés, niños con tumores cerebrales, “con pronóstico mortal que aún están corriendo” gracias a estos aceites. Pamies explica que quienes solicitan sus productos son personas con enfermedades graves como esclerosis múltiple, cáncer, epilepsia o Parkinson.
Fue precisamente la gran demanda que tiene y su visibilidad descarada lo que hizo que la policía supiera de su trabajo. Sin embargo, asegura que eso no supuso ningún problema. “Incluso los policías de paisano venían a buscar los preparados que hacemos”, y hace varios años algunos agentes le llevaron “varias plantas gigantes” que habían requisado a otra persona con el objetivo de que el catalán hiciera “un buen uso de ellas”.
Una denuncia por compromiso
Entonces, ¿por qué los Mossos d´Esquadra denunciaron a Pamies, que actualmente se encuentra en proceso judicial? Él mismo nos lo explica: “se vieron en el compromiso” de hacerlo porque demasiadas personas sabían que las autoridades tenían conocimiento de sus cultivos. “Si no me hubieran denunciado, habrían tenido muchos problemas”, afirma, pero sabe que en ningún momento vieron acto delictivo alguno en su trabajo.
Josep Pamies no tiene miedo. Declara que en momentos como este hay que ser positivo porque “cientos de miles de personas” podrán personarse en su juicio y avalar su labor contando sus experiencias personales y hablando de las propiedades terapéuticas del cannabis.
Admite que ha dejado de cultivar, pero no lo ha hecho por el proceso judicial, sino porque “estamos en una época muy fría”. De hecho, asegura que comenzará a sembrar de nuevo en febrero o marzo, con la intención de cultivar tanta marihuana como sea necesaria para que ninguna persona que la necesite tenga que esperar cinco o seis meses antes de obtener el producto.
Si le obligaran a parar el cultivo, afirma totalmente convencido que no pasaría nada, ya que actualmente recibe marihuana de conocidos y amigos con la que sigue elaborando los medicamentos. Por si fuera poco, planea poner en marcha en el plazo de un mes una campaña para que se sumen voluntarios (con nombres y apellidos) dispuestos a cultivar una sola planta, “que no es delito”.
El objetivo es ponerlas a disposición del público y que surja una marea de cultivadores de cannabis cuyos cultivos puedan ser destinados a “los cientos de miles de enfermos” que necesitan los productos medicinales. Tendrá como punto de partida ‘Fem la nostra’, otra campaña que pide apoyo para Pamies y ha superado ya las 5.000 adhesiones.
A pesar de estar imputado por un delito contra la salud pública, Pamies se muestra confiado. De hecho, le gustaría que la justicia cometiera el error de enviarle a prisión. “Estoy seguro de que incluso allí podríamos hacer una revolución”, afirma. Si tuviera que pasar tiempo en la cárcel, no le importaría demasiado. “Lo tengo todo hecho, no van a partir mi vida por la mitad, incluso voy a ahorrar más estando dentro que fuera, y ese puede ser un motivo para generar más debate”.
Josep Pamies cree en lo que hace y pone un ejemplo personal: asegura que la buena calidad de vida que tuvo su madre a partir de los 85 años, cuando comenzó a tomar gotas de aceite de cannabis, “no la tuvo antes”. Utilizar esta sustancia en pequeñas dosis “no tiene por qué suponer un problema” para los pacientes, puesto que sus propiedades están avaladas por investigadores, oncólogos y nutricionistas que se implican en este ámbito aunque lo hagan de forma “poco visible”.
Fuente Dinafem.org